Si tienes callos en el pie o en los dedos, notarás una porción de piel gruesa encima del hueso.
Se hará una formación de callo allí donde hay un roce permanente entre dos dedos (callo blando) o con el zapato (callo duro).
Puedes tenerlos y no sentir dolor alguno. Pero, de pronto, se vuelven dolorosos.
En tus pies, puedes tener dos tipos de callos:
- En la planta de tus pies, tienes la piel más dura, gruesa y áspera debajo de los talones y en las puntas. Normalmente no causan dolor y no son problema.
- En los dedos o en la planta pueden aparecer callos pequeños, unas protuberancias que tienen un centro duro y duelen cuando los presionas y tienen contacto con los zapatos. Estos merecen tu atención.
¿Cómo se manejan?
Normalmente, la primera solución que intentarás será el uso de callicidas o queratolíticos para quitar los callos, sin embargo, esto solo logra reducir el callo, pero no su causa.
Para eliminar el origen y no formar más callos, tienes dos alternativas:
- El manejo conservador: usar calzado cómodo, para reducir el roce del hueso con el material del zapato.
- El manejo definitivo: quitar el hueso prominente debajo del callo para que este no siga rozando y desaparezca la prominencia.
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