¿Alguna vez has sentido mareos sin una causa aparente? Este síntoma puede tener múltiples causas, desde factores comunes como la deshidratación, la fatiga, el estrés, la ansiedad o el calor excesivo, hasta condiciones médicas más complejas como alteraciones en los niveles de azúcar, disfunciones tiroideas, arritmias, trastornos del oído interno (vértigo), problemas circulatorios cerebrales, isquemias, tumores o la disautonomía, un trastorno poco conocido, pero relevante, que el Dr. Luis Alfonso Medina explica a detalle.
¿Qué es la disautonomía?
La disautonomía es una disfunción del sistema nervioso autónomo. En términos generales, el sistema nervioso se divide en dos componentes: el sistema nervioso voluntario y el sistema nervioso autónomo.
El sistema nervioso voluntario es aquel que nos permite realizar acciones conscientes, como caminar, ponerse los zapatos o quitarse los lentes. Por otro lado, el sistema nervioso autónomo regula funciones involuntarias esenciales para la vida, como la respiración, la presión arterial, la frecuencia cardíaca, la transpiración y el movimiento del aparato digestivo.
Este sistema autónomo se compone de dos partes: el sistema nervioso simpático y el parasimpático. El simpático es el encargado de activar respuestas en el cuerpo, mientras que el parasimpático favorece el descanso y la recuperación. En condiciones normales, ambos trabajan en equilibrio. Sin embargo, cuando se produce un desequilibrio entre ellos, se genera una disfunción en su regulación, lo que se conoce como disautonomía.
Causas de la disautonomía
La disautonomía es una condición en la que la presión arterial tiende a disminuir. Normalmente, cuando una persona se pone de pie, la sangre desciende por gravedad hacia las extremidades inferiores, lo que podría reducir el flujo sanguíneo al cerebro. Para evitarlo, el sistema nervioso simpático se encarga de contraer las venas y garantizar un adecuado retorno sanguíneo.
Sin embargo, en la disautonomía, este mecanismo no funciona correctamente debido al desequilibrio entre el sistema simpático y el parasimpático. Cuando el sistema simpático no actúa de manera efectiva, no se produce la contracción venosa necesaria para mantener un buen flujo sanguíneo, lo que puede generar síntomas como fatiga, cansancio crónico e incluso episodios de pérdida de conciencia, conocidos como síncopes.
La disautonomía es una enfermedad que, hasta hace algunos años, era desconocida. De hecho, cuando un paciente perdía el conocimiento se asumía que la causa podía ser una baja de azúcar o una convulsión, cuando en realidad era una disminución de la presión arterial desencadenada por la disautonomía.
Actualmente, se ha identificado también que muchos casos de fatiga crónica están relacionados con este trastorno, aunque a menudo no se diagnostica correctamente. Del mismo modo, algunos pacientes con fibromialgia (otra patología) también presentan disautonomía como una posible causa subyacente de sus síntomas.
¿Quiénes tienen mayor riesgo de desarrollar disautonomía?
Los pacientes que presentan disautonomía con mayor frecuencia suelen ser mujeres jóvenes, generalmente de contextura delgada. Sin embargo, esta condición puede manifestarse a diferentes edades, incluso en personas mayores de 60 años.
¿Cuál es el tratamiento recomendado para tratar la disautonomía?
El tratamiento de la disautonomía tiene dos aspectos fundamentales. El primero y más importante es el tratamiento no farmacológico, el cual consiste en educar al paciente sobre la enfermedad para que comprenda su naturaleza y manejo. Como referencia, se recomienda consultar la página Disautonomía Internacional, donde se encuentra información detallada al respecto.
En este tratamiento no farmacológico, dentro de las principales recomendaciones se encuentra el consumo abundante de líquidos para mantener una adecuada hidratación y evitar que la presión arterial disminuya. También se sugiere aumentar la ingesta de sal, ya que, a diferencia de los pacientes hipertensos a quienes se les restringe, en la disautonomía se motiva el consumo de sodio a través de snacks salados, frutas con sal, caldos o consomés, entre otros, para mejorar la condición. Asimismo, se sugiere:
- Evitar estar de pie por períodos prolongados, dado que esto puede generar una caída súbita de la presión arterial y aumentar el riesgo de síncope.
- Mantener una rutina de actividad física regular para mejorar la circulación.
- Utilizar medias de compresión en las extremidades inferiores, lo que puede ayudar a mejorar el retorno venoso y reducir los síntomas.
- Reconocer los signos previos a una crisis. Es clave que los pacientes aprendan a identificar los síntomas iniciales de una descompensación. En caso de sentir mareo o debilidad, se recomienda sentarse de inmediato y elevar las piernas.
- Cuando una persona con disautonomía siente que va a perder el conocimiento, es importante evitar el uso de remedios caseros como administrar azúcar, agua o café, ya que no son efectivos para contrarrestar el problema. Algunas personas optan por llevar pequeñas porciones de sal en su bolso o bolsillo para consumir en estos episodios.
Cuando estas medidas no son suficientes, se recomienda el tratamiento farmacológico. Uno de los más utilizados es la fludrocortisona, un mineral o corticoide que ayuda a elevar la presión arterial y ha demostrado buenos resultados en la mayoría de los pacientes, permitiéndoles llevar una vida normal.
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